martes, 28 de junio de 2011

Yo observador

No se logra solo en las películas, sino también escribiendo aquí, así, sobre uno mismo, como se hace en un diario o una bitácora. El problema es que este espacio tiene mi firma. Si bien aparentemente nadie lo lee, no estoy 100% seguro de ello. Las cosas que escribo tienen un significado y un sentido que solo yo puedo darles. Pero eso me limita. Quiero decir nombres. Hechos. Dar detalles. Desnudar mis pensamientos. Vomitar mi cabeza. Pero posiblemente este no sea el mejor lugar. Si el fin de hacerlo no es que me lean sino "leerme" yo mismo, quizá necesito otro espacio. Uno al que solo yo pueda acceder. Mi propio cuarto escondido en el castillo.
Quizá deje alguna llave por aquí.
O quizá no.

domingo, 26 de junio de 2011

Mirar hacia adentro

¿Por qué a las personas nos gusta tanto ver películas? Varias razones, pero una en particular que siempre me gusta pensar es que cuando una película es realmente buena, el personaje principal es alguien con quien te puedes identificar de manera universal. El personaje principal es alguien con el que tú o cualquiera puede verse reflejado o sentirse en los mismos zapatos, haciendo que te pierdas en la película y te transformes en él. Durante unos pocos minutos el personaje principal eres tú despreocupándote del futuro desconectándote del pasado y sumergiéndote totalmente en el presente. No obstante hay una gran diferencia con la vida real. Lo que está haciendo la película es sumergirte en ella pero situándote afuera, en la audiencia, viéndote a ti mismo, observándote a ti mismo. Es un “yo mismo” que experimentas durante 90 minutos o dos horas viviendo cómo se forja el carácter, cómo crece y cómo madura progresivamente la vida del personaje principal alrededor de la trama. Por eso las buenas películas que ves te dejan la tenue noción o el mensaje a nivel inconsciente de que si hubieras hecho exactamente las mismas cosas que hizo el personaje, hubieras obtenido los mismos resultados. Pues bien, adivina qué. Algo tiene de cierto: La vida es como una película y tú es el personaje principal. Si aprendes como forjar el carácter para hacer crecer el tuyo, si aprendes a observarte así como observas y vives el personaje principal de una película, tú también puedes hacer de tu vida la mejor película con el mejor clímax que puedas imaginar alguna vez. Pero para eso tienes que dejar de arrepentirte del pasado, tienes que dejar de pre-ocuparte por el futuro, pero sobre todo tienes empezar a vivir el presente y aprender observarte: tienes que aprender a mirar hacia adentro.

miércoles, 22 de junio de 2011

We can work it out

We all have a weakness
But some of ours are easy to identify
Look me in the eye
and ask for forgiveness
We'll make a pact to never speak that word again
Yes, you are my friend

We all have something that digs at us
At least we dig each other
So when weakness turns my ego up
I know you'll count on the me from yesterday

If I turn into another
Dig me up from under what is covering
The better part of me
Sing this song!
Remind me that we'll always have each other
When everything else is gone

domingo, 19 de junio de 2011

Días como hoy

...te agradezco por haberme enseñado a ver más de dos películas seguidas.

Que éxito.

miércoles, 8 de junio de 2011

Tú, la chica que lee...

Sal con una chica que no lee.

Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.

-Charles Warnke
Visto aquí.

"...Por definición la "lectura" es la interpretación del sentido de un texto... pero puede ser también la interpretación del sentido de la vida propia: ser "lector" sería observar afuera (en los libros, las películas, las historias y vivencias que llegan a nosotros a través de otras personas) para dar sentido adentro (dar sentido a nuestra propia experiencia a través de la reflexión introspectiva de experiencias ajenas). Así, lo importante no sería la lectura en sí sino en lo que puede derivar de ella; como cuando el autor dice que gracias a la lectura "la lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado.". Los que "no leen" serían los que solo miran pero no observan, ni adentro ni afuera, y por tanto, tienen muchas limitaciones para enriquecer de significado sus vidas."

"...definitivamente hay una clara diferencia entre las personas que se detienen a entender lo que les sucede y se convierten en protagonistas activos de su propia historia fuera de asumir que las cosas "les pasan".